¿Qué Significa Estrés?
El estrés significa esfuerzo de adaptación, por lo que tanto los cambios positivos como negativos lo producen.
Como dijo Hans Selye, el introductor del término “stress”, la única forma de evitar definitivamente el estrés o esfuerzo de adaptación es estar muerto.
Un cierto grado de estrés o esfuerzo de adaptación es necesario para mantenerse vivo, activo y capaz de afrontar variables del entorno interpretados como retos positivos
Podemos decir que existen, por tanto, dos tipos de estrés:
- Estrés sano o eustress: Es toda actuación del organismo orientada a una situación interpretada como desafío y que va seguido de percepción de logro y desactivación.
- Estrés perjudicial o distress: Es toda activación del organismo orientada a tratar de adaptarse a una situación interpretada como una amenaza y que no va seguida de desactivación y percepción del logro.
¿Cuándo se produce el estrés perjudicial?
La falta de desactivación, se asocia a un desgaste orgánico por hiperfunción y a una experiencia emocional de falta de control, irritabilidad y fracaso.
Dicho de otra manera, cuando percibimos una amenaza real o imaginaria, y mantenemos este sobreesfuerzo de manera crónica.
Este estado puede llevar a padecer enfermedades tales como ansiedad, depresión, infarto de miocardio, úlcera de estómago o enfermedades de base inmunológica.
El estrés aumenta el nivel de adrenalina y la frecuencia cardíaca, aumenta la presión sanguínea, la glucosa, el colesterol, hay cambios en el ritmo respiratorio y en la tensión muscular, rigidez y dolores articulares.
Todo ello se produce para aumentar la cantidad de energía que ha de llegar a nuestros músculos para que éstos consigan movilizar nuestra estructura ósea de los brazos y las piernas en contra de la gravedad y así poder atacar o huir.
Según la Real Académia Española, 20ª Ed 1984, se considera estrés la situación de un individuo vivo, o de alguno de sus órganos o aparatos, que por exigir de ellos un rendimiento muy superior al normal, les pone en un riesgo próximo a enfermar.
Antiguamente las personas tenían amenazas reales, las cuales necesitaban un esfuerzo para adaptarse a esas situaciones, como subirse a un árbol para escapar de un animal salvaje.
Actualmente, la civilización en la mayoría de los casos, las amenazas no ponen en peligro la supervivencia física, sino que son simbólicas (esfuerzo de toma de decisiones, monotonía, amenazas de desempleo…etc)
Normalmente, las células de nuestro organismo utilizan el 90 % de su energía en actividades metabólicas designadas a la reparación, renovación y creación de nuevos tejidos. Esto se conoce como metabolismo anabólico.
Cuando se activan situaciones de estrés, este tiempo y energía que necesita nuestras células para regenerarse se para.
Nuestro sistema inmunológico es incapaz de defenderse de cualquier agente invasor o de bloquear la generación de células dañadas o cancerígenas, puesto que está ocupado luchando contra una situación que requiere toda nuestra energía.
Consecuencias del estrés.
El estrés es un factor importante de pérdida de salud, tanto a nivel psicosocial como biológico. En consecuencia podemos destacar:
- Trastornos del estado de ánimo: Irritabilidad, desmotivación general y laboral, suspicacia, sensación de “atrapamiento sin salida”
- Problemas de conducta: Tabaquismo, insomnio, sobrealimentación, menor rendimiento y creatividad, indecisión o decisiones más arriesgadas, conducción peligrosa, intentos de “automedicación” (Tranquilizantes, estimulación, alcohol…)
- Mal funcionamiento social: Absentismo familiar, empobrecimiento cultural, inapetencia sexual, absentismo laboral (físico y/o psíquico), disminución del tiempo y energía dedicada a desarrollar apoyos socia
les. - Síntomas somáticos “funcionales”: cefaleas, sensación de cansancio, y “baja forma” malestar abdominal, palpitaciones, inestabilidad postural o “mareos”.
- Trastornos psiquiátricos: ansiedad, depresión, desencadenamiento de psicosis.
- Influencia sobre enfermedades físicas: Infarto de miocardio y angina de pecho, hipertensión arterial, úlcera gastroduodenal, disminución de defensas inmunológicas.
Fases del estrés.
Fase Inicial:
- Sensación de agobio por falta de tiempo
- Dificultad para reír abiertamente.
- Dificultad para “desconectar” y relajarse durante los momentos de ocio.
- Cansancio o “baja forma”.
- Irritabilidad explosiva ante frustraciones menores.
- Dolores de cabeza, espalda o mandíbulas.
- Malestar abdominal.
- Tabaquismo, cafeísmo.
- Dificultades para conciliar el sueño o despertar de madrugada.
- Aplazamientos repetidos de puesta en práctica de “buenas intenciones” con respecto al estilo de vida o conductas positivas.
- Reproches de la familia por la falta de atención.
- Menor capacidad para mantener el rendimiento laboral durante las situaciones de sobrecarga extraordinaria.
Fase Avanzada:
- En el trabajo, descenso de la productividad aun aumentando el tiempo de trabajo.
- Aumento del número de incidentes y disputas con jefes, amigos, familiares.
- Sentimiento de omnipresencia o fracaso.
- “Bloqueo” para tomar decisiones o decisiones demasiado arriesgadas.
- Conductas más arriesgadas (al conducir, con el dinero…etc)
- Ideas pesimistas o negativas con respecto al futuro o a las personas.
- Rigidez psicológica (pensamiento más cerrado, actitudes inflexibles, negativistas o cínicas).
- Puesta en tela de juicio constante de las propias capacidades, de las de los colaboradores y de la organización en el trabajo. Suspicacia.
- Predisposición a los accidentes.
- Intentos de “automedicación” con alcohol, tranquilizantes o estimulantes.
- Somatizaciones en fin de semana o en épocas de poca rutina (nauseas, cefaleas, malestar abdominal)
- Culpabilización por el ocio.
- Si el estrés lo provoca el trabajo, la ansiedad suele aparecer sobre todo los días antes de ir a trabajar (por ejemplo un domingo por la noche).
- Empobrecimiento manifiesto del resto de áreas biográficas (familia, amigos, cultura, sexo, deporte…)
Como controlar el estrés.
Sin duda, lo más importante para controlar el estrés es:
- Tomar conciencia de la situación en la que estamos. Para la mente aquí y ahora.
- Meditar es una buena manera de aprender a para la mente.
- Pedir ayuda. Hay que aprender a saber gestionar las situaciones de estrés para que estas no lleguen a ser perjudiciales para la salud. Mediante el desarrollo de habilidades de pensamiento positivo, aprender a gestionar el tiempo para equilibrar el trabajo, la familia, uno mismo/a y la vida social.
- Aprender a escucharse, explorar atentamente lo que puede estar determinando el modo en que nos enfrentamos a los retos que la vida nos depara y diferenciar claramente lo que funciona y lo que no.
Por lo tanto, como ya dijimos en otro artículo, las palabras tienen un poder importante.
Aparta de tu mente los pensamientos desagradables para dejar entrar aquel diálogo positivo y constructivo.
Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio.
En ese espacio descansa nuestra capacidad de elegir la respuesta.
Y en la respuesta, se asientan nuestras libertades y nuestros conocimientos.
Vicario Franke.
Ese es el espacio que debes encontrar para se libre.